Una tetera rajada

Seguro que tu también tienes una tetera en tu cocina. Quizás no le haces mucho caso. Total, hay cosas más interesantes en este mundo: el chocolate, la televisión, las arañas de plástico, ¿verdad? Pues no.


Esta tetera, por ejemplo, tiene su historia.  Era de porcelana y había costado muy caro. Ella lo sabía, así que siempre parecía estar diciendo "soy lo máximo".
-Puf, otra vez comenzó esta con sus aires de sobrada-decía la cucharita.
-Sí, que aburrido- añadía el tenedor.
Lo mismo sucedía, más o menos, todas las tardes. En el fondo, los demás veían a la tetera con un poquito de pena. Era tan valiosa, tan fina, que sus dueños no la dejaban estar con los demás.

La tetera vivía en un estante de cristal, donde todo el mundo podía verla, pero nadie podía rocarla. Y ahí se hubiera quedado por siempre; pero un día, la señora que limpiaba el estante de cristal, ¡juácate!, de un plumerazo botó la tetera al suelo y, ¡crac!, le hizo una rajadura.

Cuando una tetera fina está rajada, todo se vuelve muy triste. La gente prefiere que se rajen los objetos baratos. Las cosas caras que se malogran se botan o se regalan...
Así fue. Los dueños regalaron la tetera a la señora de la limpieza.
-Que fea que estas, tetera-decía la señora-. Pero no importa, alguna utilidad te encontraré.
Un día, la señora llenó la tetera con tierra y la puso en el centro del jardín, La tetera, que en sus mejores épocas había sido exhibida en un estante de cristal, ahora estaba llena de polvo y fuera de la casa. No era más que una maceta. Sintiéndose abandonada, la tetera deseaba tener algo de agua dentro, para poder llorar...

Por semanas enteras sufrió por su nueva realidad. Pero una mañana, de pronto, sintió cosquillas: algo se estaba moviendo dentro de ella. ¿Qué había en la tierra?
-Vas a ver qué linda planta crecerá- decía la señora.
Y todos los días regaba la tierra. "¡Qué lluvia tan amorosa!", pensaba la tetera, y cada vez le importaba menos estar rajada y vivir en el patio. Se alegraba al pensar en la planta que iba a nacer gracias a ella.
Una mañana de primavera, la tetera se dio cuenta de que su vanidad había desaparecido, En su lugar sintió una enorme bondad, inflándose como un globo mientras la primera flor asomaba por su pico roto.

Adapatación de un cuento de Hans Christian Andersen- A la buena gente se la conoce en que resulta mejor cuando se la conoce.

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