Cristabel

Cristabel era una princesa muy querida por las estrellas, pero una noche estaba triste y le pregunta a las estrellas cuál era su destino, entonces todas las estrellas se reunieron y al final le dijeron:

Querida princesa, te daremos el corazón de nuestro ángel, es el un ángel de negras alas y caerá del cielo para amarte.

Y justo en ese momento, cae una estrella fugaz del firmamento, pero cae a un lado oculto del edén y de las sombras emerge el, un ángel de negras alas, ella se alegra al verlo en el mundo, él se acerca a la princesa y le dice:

Querida princesa, perdone sino puedo expresarme bien, perdone si mis actos no van con lo que deseo expresar, pero siempre buscaré una forma de decirte cuanto te quiero y cuánto podría amarte yo.

Es así como tres días y tres noches comparten un amor que muchos no entenderían, pero la duda entra en el corazón de la princesa y se pregunta:

¿será verdad que este ángel pueda amarme? ¿Será verdad que existe un amor tan eterno en un tiempo tan fugaz?

A la cuarta noche, aquel ángel de negras alas va donde su princesa, le regala un hermoso poema, la noche transcurre y se olía levemente el aroma a las flores, pero, ella pronuncia palabras, él se entristece, inclina su cabeza y se va.

Ella lo espera al quinto día, pero él no aparece, lo espera al sexto día, pero el tampoco aparece, entonces va a buscarlo.

A la séptima noche, ella se encuentra llorando, no quiere hablar con nadie, entonces la madre luna se acerca a ella, le pregunta por qué lloraba, pues ella era la madre de aquel ángel, entonces ella al final le confiesa y le dice:

Quería probar el amor de aquel ángel, así que aquella noche le dije que no le quería y que al final le dejaría, el no dijo nada y se marchó sin decir palabra, pensé que todo le daba igual, que los besos que le di, a él no le importaban, pero ahora me doy cuenta de lo equivocada que estaba, de lo mucho que este ángel me amaba, pues esa misma noche se entregó a la muerte, dejando escrito en un papel con su sangre “POR TI LO HAGO VIDA MIA”.

Edwin López Prieto