Flecha Larga busca al perro alce

Hubo un tiempo en que los hombres no sabían que cosa era un caballo (pobrecitos los perros: eran ellos quienes cargaban los bultos, y todo el día estaban con la lengua afuera).
Pero esto fue antes de que apareciera un niño: un huérfano, llamado flecha larga. Dicen que cuando un extraño le hablaba, Flecha Larga no entendía nada. Era sordo, pues. A veces, cuando los miembros de la tribu lo veían pasar lo señalaban con el dedo. Luego le arrojaban algo de comida, como si fuera un animal sucio. 

Algunas tardes, Flecha Larga tenía tanta hambre que se ponía a buscar en la basura.
Pero lo hacía rápido, antes de que alguien se acercara a pegarle.
Esos maltratos y otros parecidos ponían triste a Flecha Larga. Se sentía solo por las noches, y se imaginaba que las estrellas eran sus amigas. Las estrellas eran mudas y él era sordo, así que se acompañaban bien.
En invierno, la tribu de Flecha Larga decidió mudarse.
Desmontaron el campamento, empacaron sus pertenencias y, fum, se largaron.

-¡Quédate aquí, no queremos que vengas con nosotros!- le dijeron.
¿Qué iba a ser de Flecha Larga? ¿ Se quedaría allí, esperando la muerte? Esa noche soñó que conversaba con una estrella y que esta le decía cuanto disfrutaba estar junto a él.
Al despertar, Flecha Larga se vio a sí mismo de un modo distinto. !Él era una persona única! Nadie, por ejemplo, conocía las estrellas tanto como él. ¡Los demás estaban equivocados! Y, fum, Flecha Larga empezó a correr, siguiendo las huellas que había dejado su tribu.
El jefe Buen Corredor lo vio llegar. "Ahí viene ese pobre niño, fue un error abandonarlo" pensó. Y le invitó lengua de búfalo que, por si no lo sabes, es la carne más exquisita que puede probarse.
Mientras Flecha Larga comía. el jefe lo observaba. Ya no parecía tímido. Ya no miraba al suelo como pidiendo perdón por ser diferente.

-Voy a adoptarte, serás mi nieto-dijo Buen Corredor, abrazándolo. Flecha Larga empezó a llorar...¡Hacía tanto tiempo que nadie lo abrazaba!
Así empezó una nueva vida para Flecha Larga. Hasta aprendió a leer los labios. Un día, "escuchó" hablar por primera vez del perro- alce, un animal fantástico que vivía en el fondo de un lago.
Se decía que podía cargar bultos como un perro y que era grande como un alce. Lo que no se decía era que aquel animal era en realidad un caballo (es que nadie había visto uno antes).
-Yo traeré al perro alce a la tribu- dijo Flecha Larga.
Su abuelo le preparó el trineo de perros y una mañana, chau, lo despidió.
Flecha Larga viajó durante larguísimas semanas, orientándose por las estrellas. Enfrentó tantos peligros que no nos alcanzaría el tiempo para enumerarlos. Pasó hambre, sed, frío...Hasta que un día llegó a la orilla de aquel lago, del que tanto hablaba su pueblo. Era un lago enorme y muy hondo.


-Te estábamos esperando hace tiempo- le dijo un niño que estaba sentado en la orilla. Y fum, el niño se transformó en un pájaro que, plaf, se hundió en el centro del lago (era un martín pescador, un pájaro que sabe bucear). Flecha Larga lo pensó un momento. Luego le dijo a sus perros que lo esperaban y, plaf, se lanzó también. Confiaba tanto en sí mismo que no sentía miedo.
Flecha Larga buceó en las frías aguas, siguiendo al pájaro, hasta llegar a una gruta. Allí el pájaro volvió a transformarse en niño.
-Ya han venido antes otras personas, pero ninguna tuvo la suficiente confianza como para llegar hasta aquí- dijo el niño. Y entonces Flecha Larga vio, en el fondo de la gruta, no uno sino muchísimos perros-alce (nosotros sabemos que eran caballos, pero no digamos nada).
¡Qué grandes y extraños animales!. ¡Cuando llegara a la tribu montado en un perro-alce, Flecha Larga sería recibido como héroe!
Verdaderamente, creer en sí mismo era lo mejor que había hecho en su vida.

Versión libre de un cuento Iroqués.

"Existo como soy, eso basta. Si nadie en el mundo lo sabe, estoy satisfecho. Si todos y cada uno lo saben estoy satisfecho"
Walt Whitman

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